En tiempos donde la violencia de género facilitada por la tecnología y la desinformación parecen estar en aumento, es importante hacer memoria de experiencias de mujeres que han luchado contra estas injusticias. Una de estas experiencias es la de Mercedes «Menchi» Barriocanal, una periodista paraguaya que hizo frente a la violencia de género facilitada por la tecnología y es ejemplo de determinación en la lucha contra la desinformación.
En nuestro blog anterior sobre el caso de Menchi, expusimos cómo la “campaña de odio» en su contra, según refiere la víctima, incluyó doxeo, una forma de violencia de género facilitada por la tecnología que implica la publicación de información personal sin consentimiento en Internet, con el objetivo de dañar a la periodista, afectar su salud mental y silenciar su voz, afectando su derecho a la libertad de expresión. Esto ocurrió a raíz de que expresó su opinión política sobre la decisión de ciertos diputados nacionales que votaron por derogar una ley.
En respuesta a la exposición pública de su número de teléfono privado con fines de agresión por parte del señor Juan Vera, Menchi decidió actuar y presentó una querella por lesión a la intimidad. En este blog, queremos rememorar la lucha y sentencia que la favoreció, demostrando que, si la justicia paraguaya tiene voluntad, puede cumplir su papel de proteger el derecho a la libertad de expresión, prestando atención a las desigualdades de género existentes. Por otro lado, también queremos volver a visibilizar la gran comunidad de mujeres de diferentes sectores de la sociedad paraguaya que se unieron en apoyo a la periodista a través de campañas de comunicación y acciones colectivas.
Nuevas formas de una violencia histórica
La investigación sobre la violencia digital de género a periodistas en Paraguay pone de relieve que este es un problema creciente que afecta a mujeres periodistas en todo el mundo, incluyendo Paraguay. Al desempeñar un papel fundamental en la sociedad informando sobre cuestiones de interés público, las mujeres periodistas desafían los mandatos patriarcales y, en consecuencia, la violencia estructural e histórica se traslada a Internet, adoptando configuraciones más complejas a través de la tecnología disponible. Algunas de ellas incluyen: acoso y amenazas en redes sociales; difusión de imagen íntima no consentida; doxing; suplantación de identidad, hackeo, entre otras.
En este contexto, la ley N° 5777/2016 de Protección Integral a las Mujeres Contra Toda Forma de Violencia aborda esta problemática, reconociendo la violencia mediática y telemática, y aunque no detalla exhaustivamente los diferentes tipos de violencia de género facilitada por la tecnología, establece un marco que garantiza a las periodistas un entorno laboral libre de violencia, amenazas, intimidaciones, acoso y degradación, a través de los medios o en entornos digitales.
La aplicación de esta legislación se puso de manifiesto en el caso de Menchi, demostrando cómo el género puede influir en la forma en que se llevan a cabo las agresiones facilitadas por la tecnología. Lamentablemente este caso no es aislado, como evidencia la Red de Mujeres Periodistas y Comunicadoras del Paraguay, que ha documentado otros casos emblemáticos de mujeres periodistas que han sido víctimas de violencia de género facilitada por la tecnología.
La justicia venció al odio
Como se menciona en la directriz “Litigar casos de violencia a periodistas con perspectiva de género”, en un giro positivo para la justicia en Paraguay, en mayo de 2023, la jueza Mesalina Fernández quien presidió el Tribunal de Sentencia Unipersonal, condenó a Juan Vera por violar la intimidad de Menchi a través del doxeo. La condena incluyó una multa de G. 52.968.060 (USD 6.879) y sentó un precedente importante para la protección de la privacidad, al establecer que cada persona tiene derecho a decidir cómo se comparten sus datos personales. La sentencia fue posteriormente confirmada por la Corte Suprema de Justicia en agosto de 2024, haciendo definitiva la decisión.

Este fallo fue un avance para la preservación de un periodismo libre y plural, fundamental para cualquier sociedad democrática. En un entorno cada vez más hostil, donde las agresiones digitales se han convertido en una nueva forma de acoso y censura, es fundamental proteger este derecho.
Juntas en la lucha somos muchas
Si la campaña de odio fue intensa, la campaña de amor arrasó. La lucha de Menchi se convirtió en una causa colectiva, donde varios sectores de la sociedad se unieron en apoyo a ella. Un ejemplo de esto fue la protesta realizada por mujeres de organizaciones sociales frente al palacio de justicia, quienes se manifestaron en solidaridad con la periodista. Una de las manifestantes, Teodolina Villalba, explicó que se autoconvocaron para apoyar la justicia en este caso, ya que consideran que las mujeres en el país son constantemente violentadas de múltiples formas y que el caso de Menchi no es aislado, sino que muchas mujeres sufren este tipo de violencia a diario.

El apoyo también se hizo sentir en Internet, a través de campañas de concienciación y diferentes formas de expresión de apoyo en redes sociales, se visibilizó con fuerza que la violencia digital es real y que puede ser tan dañina como la física.
Aunque la notoriedad pública de Menchi pudo haber influido en la visibilidad de su caso, esperamos que este fallo se extienda e incida en otros casos donde las mujeres sufren formas de violencia de género facilitada por la tecnología, sin importar su condición social o nivel de exposición pública. Y por último, pero no menos importante, esta sentencia es un recordatorio de que la sororidad puede hacer una gran diferencia en la lucha por los derechos humanos.
¡Gracias Menchi por tu valentía y a seguir estando todas juntas y en alerta ante cualquier tipo de amenazas!