Los 16 días de activismo en contra de la violencia de género, que inicia con el 25N (25 de Noviembre), Día internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer, hasta el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, convocan a organizaciones, comunidades, y a todas las personas a recordar, sostener y reforzar la lucha en contra de todas las formas de violencia que pueden ser ejercidas hacia las mujeres, tanto en lo físico, lo simbólico, y ahora muy especialmente en lo digital.
En 1993, se firmó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer contemplando que:
todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.
El terreno de las agresiones, así como la modernidad, se ha transferido y tomado nuevas dimensiones desde un campo de la digitalización de las interacciones sociales; las amenazas y diferentes formas de acoso desde las redes sociales y plataformas de Internet se han convertido en las formas más comunes y cotidianas de agresión ejercida contra las mujeres y la comunidad LGBTIQ+, quienes no cuentan con una legislación que les ampare en contra de la discriminación y la violencia.1.
El lema de este año en Paraguay fue: ¡No nos callamos más!
Durante 2018, se registraron, según la Fiscalía, 13.180 denuncias por casos de violencia contra la mujer. Pero, ¿cuántas de estas denuncias fueron realizadas en baso a lo que sucede a través de las redes sociales y el Internet?. Poco se conoce sobre la Ley 5.777 de Protección integral a las mujeres contra toda forma de violencia, la cual estipula en su Art. 6 que el Estado deberá establecer, promover y difundir políticas públicas dirigidas a prevenir ciertos tipos de violencia, dentro de los cuales en el inciso L, se encuentra la violencia cibernética/telemática:
Es la acción por medio de la cual se difunden o publican mensajes, fotografías, audios, vídeos u otros que afecten la dignidad o intimidad de las mujeres a través de las actuales tecnologías de información y comunicación, incluido el uso de estos medios para promover la cosificación, sumisión o explotación de la mujer. Se entenderá por «cosificación» a la acción de reducir a la mujer a la condición de cosa.
La gran inserción y uso de las tecnologías, conjunto al acceso a la Internet –que en Paraguay según datos de SENATICS, desde su observatorio de TICs, hay un alto acceso a Internet– por un lado no amable, ha propiciado que los conocidos machitrolles cuenten con un campo abierto para violentar a mujeres, sin embargo desde el otro lado de la vereda, las mujeres también se están (nos estamos) conectando unas con otras de diferentes e innovadoras maneras para hacer frente a la violencia en Internet.
¡La violencia en internet también es violencia!
La conectividad y la colectividad en clave de ser micrológicas para la resistencia, la seguridad cotidiana conjunta y organizada, atraviesan los marcos lógicos de actuación y auto-cuido de las mujeres en la Internet, es decir, que la organización y la posibilidad de conectarse, habilita nuevas formas empoderadoras de habitar y transgredir la esfera de lo digital.
Conectarse para encontrarse, organizarse para subsistir, cuidarse en manada para no morir.
La brecha digital de género también es una forma de violencia ya que se está restringiendo la posibilidad de informarse frente a las necesidades que pueden tener las mujeres. En Paraguay, según datos del Reporte de calificaciones de la Auditoría sobre la brecha digital de género, realizada por TEDIC, alrededor de un 53.3% de mujeres tienen acceso a Internet, pero el número que utiliza la Web para leer las noticias, con propósitos educacionales o para acceder a servicios de salud sigue siendo bajo.2
Desde diferentes colectivas regionales e internacionales se están generando esfuerzos conjuntos para abordar y disputar los usos y apropiaciones de tecnologías para convertirlas en campos libres de violencia. Los colectivos ciberfeministas en la región “trabajan en red, unidas por una mirada crítica y movidas por la posibilidad de construir una alternativa desde el Sur a la hegemonía del Norte sobre el desarrollo tecnológico.” 3 y de esta manera dan la pauta sobre la existencia de una «efervescencia colectiva para realizar un cambio que contribuya a la disminución de la brecha digital de género”4. Por ende, todas estas iniciativas nuclean acciones dirigidas a la disminución de las desigualdades históricas que afectan directamente la matriz de las relaciones sociales en el ámbito digital.
Para lograr no sólo el fin de la violencia en Internet en contra de las mujeres, sino también el cierre de la brecha digital de género, los Estados deben propiciar políticas públicas que apoyen a la seguridad de las mujeres, sanciones contra agresores y mejoramiento de infraestructura y conectividad. La impunidad de las estructuras socio-político culturales, la mediación de los medios de comunicación para desinformar y el sistema de Justicia machista son los palos de las ruedas que permiten que siga brotando la violencia en el espacio digital.
1 El derecho a aparición en Internet de la comunidad LGBTIQ+. Por Maricarmen Sequera
2 A mitad de camino de la igualdad digital: Auditoría arroja resultados mixtos de Paraguay. Por Jazmín Acuña.
3 Ciberfeminismo y otra internet posible. Por Jazmin Acuña
4 Brecha digital de género: abordando el desafío de un ecosistema libre de violencia. Por Maricarmen Sequera, Belén Giménez. TEDIC